Todos hemos tenido experiencias de tratos injustos, cuántos juicios ajenos a la verdad han vivido tantas personas, cuántos intereses creados en la sociedad, en la que siempre buscamos un culpable aunque no lo sea, inventamos las pruebas necesarias para condenarlo.
Dios es justo y eternamente misericordioso, si nosotros hemos sido leales, correctos y honestos, nada nos pasará, como bien dice el refrán, “Quien nada debe, nada teme”, el juicio de Dios vendrá tarde o temprano y la verdad se hará relucir con su implacable justicia. No nos engañemos, no seamos cómplices de acciones objetivamente malas, no cambiemos lo códigos morales por conveniencias o políticas baratas que solo buscan intereses personales, al final la verdad saldrá a relucir, y todo quedará al descubierto, el que actuó correctamente, puede caminar en paz y con la mirada en alto, pero el que engañó, mintió, no se preocupe, que ya le llegará la hora de responder a cada una de sus acciones incorrectas. Tenga la certeza que tendrá que responder personalmente y no precisamente delante de un juez humano, sino Divino. Ahí te mando esta historia para que la analices, especialmente para que nunca dudes ni temas de ir por el camino de la verdad y del bien, Dios lo sabe, que nada te inquiete.
Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un “chivo expiatorio”, para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: !!la horca!! El Juez, también comprado, cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: “Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras “culpable” e “inocente”. Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino.
Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: “CULPABLE” y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El Juez ordenó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca y lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon… “Pero, ¿qué hizo…? Y ¿ahora…? ¿Cómo vamos a saber el veredicto…?” “Es muy sencillo, respondió el hombre…. es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué”.
Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo…
“Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento. Muchas veces creemos que los problemas no tienen solución y nos resignamos a perder y no luchar, olvidando aquellas palabras de: “Lo que es imposible para el ser humano es posible para Dios”. Solo basta tener buena fe, ser sincero y jamás buscar el mal de nadie. El bien siempre a la larga vencerá al mal, y los que vamos por el camino del bien, tenemos el triunfo asegurado.
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