lunes, 29 de octubre de 2012

Has a Jesucristo, El Señor de TU tiempo



Si eres honesto, dirás: “Algunas veces lo aprovecho, otras veces solo uso la mitad, y muchas veces lo desperdicio lamentablemente”.

Una de las expresiones más tristes que podemos usar es “que pérdida de tiempo”. Pero aún más triste que la frase misma, es la realidad de la pérdida. Oímos decir: “perdí dos horas viendo televisión… Perdí toda la tarde… Perdí tiempo y dinero en esa película tonta… Perdí todo el fin de semana.” Si, verdad, ¡qué pérdida de tiempo!

Y perder el tiempo quiero decir perder las gracias y bendiciones de Dios; porque es una pérdida de talento, de dinero, de descanso, distracción, pérdida de oportunidades de amar, de servir, de crecer en la vida del Espíritu.

Esta pérdida de tiempo a la que nos referimos, es dejar de usar el tiempo como Jesús quiere que lo usemos. Por ejemplo: un ejecutivo de una empresa grande que trabaja hasta bien tarde, privándose de sus horas de descanso porque cree que el único propósito de la vida es apresurar su ritmo, hacer dinero, más dinero y cuando esta persona se muera, la gente podrá decir el día del entierro: “¡pobre hombre!, trabajó hasta caerse muerto”. O quizá sea la ama de casa perfeccionista, la que se pasa todo el tiempo, limpiando, lavando, puliendo, cociendo, arreglando. Gran parte de sus quehaceres no son sino una pérdida de tiempo; tarde o temprano tendrá que tomarse unos días para ir al hospital, como consecuencia de sus afanes, ya que tendrá cansancio físico y mental y para que, si ni en casa se lo agradecen.

En el plan de Dios nunca se intentó que el ser humano hiciera mal uso de su tiempo, ya sea debido al exceso de trabajo o por no hacer nada. Cada momento de la vida es un regalo de Dios, y puedes usarlo de una manera u otra, para tu bendición o tu condenación, para gozarlo o para sufrirlo.
La gran diferencia consiste en que Jesús sea el Dueño y Señor de tu tiempo. Descubrirás muchas cosas de las que antes ni siquiera te habías dado cuenta. El es aquel que te hablado una y otra vez diciendo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar” (Mateo 11,28)

El supo lo que es buscar la soledad, admirar la naturaleza, caminar a la orilla de un lago o playa. El no es el patrón de las grandes trabajos en serie, ni del trabajo extra, ni del que agota y consume una vida. A El no el incomoda un fregadero lleno de platos, una casa desordenada, pero si una ama de casa irritada, nerviosas y enfadada con mal genio pero con una cocina impecable. Tampoco será dueño y Señor de una vida que pasa todo el tiempo en la oficina sin prestar la menor atención al amor, a su familia, a sus hijos y esposa.



Y por otro lado, tampoco es el Señor de alguien que pasa todo el tiempo, aburrido, sin hacer nada. Todo con medida no es malo. El Señor salía con sus amigos a disfrutar, paso tiempo solo para meditar, enseñó, ayudó, trabajó, oró, rió y hasta lloró. Por eso, entregando nuestras vidas a él, nos podrá organizar y enseñar a como utilizar mejor nuestro tiempo.

Con Jesús de la mano, 24 horas son más que suficiente en el día para: Orar, meditar, descansar, trabajar, divertirse y ayudar a los demás. ENTREGATE, dale tu vida, el es el mejor administrador.

Basada en: “Esta bien Señor, ¡Toma mi vida!” por George De Prizio (Sacerdote de la Congregación de la Santa Cruz)

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