La vida interior que debemos pedir al Señor



Dice Santa Faustina: “Hoy pedí al Señor que se dignara instruirme sobre la vida interior, porque de por mí no alcanzo a comprender nada ni pensar en nada perfecto. Y el Señor me contestó:"

“He sido tu Maestro, lo soy y lo seré. Procura que tu corazón se asemeje a Mi Corazón manso y humilde. No reclames nunca tus derechos. Soporta con gran calma y paciencia todo lo que te pase; no te defiendas cuando toda la vergüenza recaiga sobre ti injustamente; deja que triunfen los demás. No dejes de ser buena si adviertes que abusan de tu bondad; cuando sea necesario Yo Mismo intervendré en favor de ti. Agradece por la más pequeña gracia mía, porque esta gratitud Me obliga a concederte nuevas gracias…” Diario 1701

!Esto es verdad¡ el Señor nos recompensa de la mejor manera y a su tiempo todos nuestros sacrificios. A veces nos desesperamos y sentimos que el orgullo y soberbia es más fuerte que la humildad, pero Jesús nos dice de ser mansos, no “mensos”; aunque a veces por no caer en “mensos” nos pasamos de listos y resalta el orgullo.

Dios es justo y si buscamos recompensa inmediata en la tierra la tendrás, pero hasta allí llegarás. Si buscas entrar al reino de los cielos, y esperar ser intervenido por el Señor en su tiempo, lo recibirás y que mayor recompensa que esa.

Y cuando te digo que es verdad es porque ya lo viví. Yo le pedí al Señor que cambiara una situación en mi vida, y se lo pedí por dos, casi tres años, Él sabía lo que me causaba y la impaciencia con la que yo la solicitaba y siempre me respondía: “Confía en MI”.

¡Ah¡ que cuesta creer en ese “Confía en Mi” cuando estas desesperado, pero como siempre, las cosas las entendemos (su propósito) hasta que ya salimos de la situación y pasó el tiempo. Ahí comprendemos porque hay cosas que no deben de pasar cuando queremos.

Tres veces me dijo: “Confía en mi” y la última vez que me lo dijo me incluyo: “Saldrás victoriosa porque yo estaré a tu lado”. En nombre del Señor, así fue y así salí, aunque en el momento que pasaba lloraba desesperada pero luego entendí y volví a vivir su Misericordia, me deje llevar con fe y baje la cabeza y fue ahí que se manifestó y cambió para mejorar la situación que ya no deseaba. Claro, yo buscaba detrás del confía en mi, el ¿cómo lo va hacer?, ¿Cuándo?, ¡Necesito otra respuesta! Pero he ahí la paciencia, mansedumbre y obediencia, me apoye en ellas y logré ¡Confiar en Él! Esa es la vida interior que debemos de luchar por tener.

Hoy sé porque tardó casi tres años…antes NO era mi tiempo, hoy lo cuento porque es un testimonio de obediencia, hay que saber esperar en El Señor.
Bendiciones,

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