lunes, 16 de febrero de 2015

Miércoles de Ceniza, 18 de febrero 2015


¿Qué es la Cuaresma?


La Cuaresma ha sido, es y será un tiempo favorable para convertirnos y volver a Dios Padre lleno de misericordia Cuaresma
El tiempo de la Cuaresma rememora los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto mientras se encaminaba hacia la tierra prometida, con todo lo que implicó de fatiga, lucha, hambre, sed y cansancio…pero al fin el pueblo elegido gozó de esa tierra maravillosa, que destilaba miel y frutos suculentos (Éxodo 16 y siguientes).

También para nosotros, como fue para los israelitas aquella travesía por el desierto, la Cuaresma es el tiempo fuerte del año que nos prepara para la Pascua o Domingo de Resurrección del Señor, cima del año litúrgico, donde celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el mal, y por lo mismo, la Pascua es la fiesta de alegría porque Dios nos hizo pasar de las tinieblas a la luz, del ayuno a la comida, de la tristeza al gozo profundo, de la muerte a la vida.

La Cuaresma ha sido, es y será un tiempo favorable para convertirnos y volver a Dios Padre lleno de misericordia, si es que nos hubiéramos alejado de Él, como aquel hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) que se fue de la casa del padre y le ofendió con una vida indigna y desenfrenada. Esta conversión se logra mediante una buena confesión de nuestros pecados. Dios siempre tiene las puertas de casa abiertas de par en par, y su corazón se le rompe en pedazos mientras no comparta con nosotros su amor hecho perdón generoso. ¡Ojalá fueran muchos los pecadores que valientemente volvieran a Dios en esta Cuaresma para que una vez más experimentaran el calor y el cariño de su Padre Dios!

Si tenemos la gracia de seguir felices en la casa paterna como hijos y amigos de Dios, la Cuaresma será entonces un tiempo apropiado para purificarnos de nuestras faltas y pecados pasados y presentes que han herido el amor de ese Dios Padre; esta purificación la lograremos mediante unas prácticas recomendadas por nuestra madre Iglesia; así llegaremos preparados y limpios interiormente para vivir espiritualmente la Semana Santa, con todo la profundidad, veneración y respeto que merece. Estas prácticas son el ayuno, la oración y la limosna.

Ayuno no sólo de comida y bebida, que también será agradable a Dios, pues nos servirá para templar nuestro cuerpo, a veces tan caprichoso y tan regalado, y hacerlo fuerte y pueda así acompañar al alma en la lucha contra los enemigos de siempre: el mundo, el demonio y nuestras propias pasiones desordenadas. Ayuno y abstinencia, sobre todo, de nuestros egoísmos, vanidades, orgullos, odios, perezas, murmuraciones, deseos malos, venganzas, impurezas, iras, envidias, rencores, injusticias, insensibilidad ante las miserias del prójimo. Ayuno y abstinencia, incluso, de cosas buenas y legítimas para reparar nuestros pecados y ofrecerle a Dios un pequeño sacrificio y un acto de amor; por ejemplo, ayuno de televisión, de diversiones, de cine, de bailes durante este tiempo de cuaresma. Ayuno y abstinencia, también, de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos; ayuno aquí significará renunciar a todo lo que alimenta nuestra tendencia a la curiosidad, a la sensualidad, a la disipación de los sentidos, a la superficialidad de vida. Este tipo de ayuno es más meritorio a los ojos de Dios y nos requerirá mucho más esfuerzo, más dominio de nosotros mismos, más amor y voluntad de nuestra parte.

Limosna, dijimos. No sólo la limosna material, pecuniaria: unas cuantas monedas que damos a un pobre mendigo en la esquina. La limosna tiene que ir más allá: prestar ayuda a quien necesita, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que nos lo pide, compartir alegrías, repartir sonrisa, ofrecer nuestro perdón a quien nos ha ofendido. La limosna es esa disponibilidad a compartir todo, la prontitud a darse a sí mismos. Significa la actitud de apertura y la caridad hacia el otro. Recordemos aquí a san Pablo: “Si repartiese toda mi hacienda…no teniendo caridad, nada me aprovecha” (1 Corintios 13, 3). También san Agustín es muy elocuente cuando escribe: “Si extiendes la mano para dar, pero no tienes misericordia en el corazón, no has hecho nada; en cambio, si tienes misericordia en el corazón, aún cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios acepta tu limosna”.
Y, finalmente, oración. Si la limosna era apertura al otro, la oración es apertura a Dios. Sin oración, tanto el ayuno como la limosna no se sostendrían; caerían por su propio peso. En la oración, Dios va cambiando nuestro corazón, lo hace más limpio, más comprensivo, más generoso…en una palabra, va transformando nuestras actitudes negativas y creando en nosotros un corazón nuevo y lleno de caridad. La oración es generadora de amor. La oración me induce a conversión interior. La oración es vigorosa promotora de la acción, es decir, me lleva a hacer obras buenas por Dios y por el prójimo. En la oración recobramos la fuerza para salir victoriosos de las asechanzas y tentaciones del mundo y del demonio. Cuaresma, pues, tiempo fuerte de oración.

Miremos mucho a Cristo en esta Cuaresma. Antes de comenzar su misión salvadora se retira al desierto cuarenta días y cuarenta noches. Allí vivió su propia Cuaresma, orando a su Padre, ayunando…y después, salió por nuestro mundo repartiendo su amor, su compasión, su ternura, su perdón. Que Su ejemplo nos estimule y nos lleve a imitarle en esta cuaresma. Consigna: oración, ayuno y limosna.

Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net

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¿Cuando Dios no hace lo que le pedimos, dejamos de creer en Él?

Me gusto ésta frase que dijo el padre en misa el domingo pasado, encierra mucho el estilo de vida del católico, especialmente del laico. No lo dijo como pregunta, lo dijo como afirmación, pero yo, pregunto.

¿Nos sentimos con el derecho de “exigir” como un niño pequeño?. ¿Sentimos que debemos de pedir con autoridad de ser complacidos?.
Pues el evangelio del domingo pasado, nos dice:
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Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor

“Si quieres, puedes limpiarme”
Grande la solicitud del leproso. “Si Quieres”, pregunto, y no le dijo: “cúrame”, “sáname”, “límpiame”.
Ahora pensemos si es de esa manera como le hablamos a Jesús. Analicemos solo esa frase. “Si quieres”.

¿Qué pasa cuando pedimos, de la manera en como pedimos las cosas?,¿A caso Jesús nos escucha?, ¿Nos ignora?, ¿No nos entiende?, ¿Por qué se tarda tanto?. Nos frustramos.
Comenzamos a dudar del “poder de Dios”, nos preguntamos si en verdad existe, si es MI DIOS, y no se que otras cosas puedan pasar por nuestra mente.
Es el momento de debilidad donde comenzamos a dudar y cuestionar ¿Por qué seguimos el mismo camino, si es tan difícil?.

Nuestra fe (si es que había algo de ella en nuestras vidas) se va debilitando al punto en dejar de creer en Él y en dejar de seguirlo o buscarlo, cualquiera que sea el caso. Somos demasiado obstinados y orgullosos como para seguir “sufriendo” si Dios no nos consiente o no nos contempla.
He allí el éxodo de tanto católico y a dejar de creer del todo. Pues creen que las respuestas de parte de Dios deben de ser inmediatas, fáciles, rápidas y sin complicaciones.

Dios es un Dios de misericordia, entonces ¿Por qué no responde cuando se lo pedimos?. ¿Será que nos comportamos como esos niños que mencioné al principio del post?.

¿Cómo nos atrevemos a exigir, si ni siquiera damos NADA o muy poco a cambio?
¿Quién es Dios?, ¿Él o Yo?. ¿Por qué me creo superior entonces si se que yo no soy nadie a los pies de Jesús? “Si quieres, puedes curarme” así es como debemos de pedir…y veremos la Gloria del Señor. Aprendamos a ser amables, educados, constantes y buenos hijos para merecer todo eso que queremos pedir.

Respetemos y sigamos las leyes de la Iglesia, del Papa, de nuestros Sacerdotes. Con discernimiento de que lo que se defiende es la Palabra de Dios como está en la Biblia. No a conveniencia del humano del siglo XXI que todo es relatividad.

No nos alejemos de Dios porque no nos resolvió como queríamos. Al contrario, perseveremos en la humildad, en oración y veremos ese cambio en nuestras vidas. Veremos esas respuestas del Señor como siempre hemos querido. Pero dejemos de berrinchar, exigir y gritar como que nos merecemos el mundo si no damos un paso por ser mejores personas. Tratemos ahora que estamos entrando en cuaresma y enmendemos nuestra vida pasada. Sigamos creyendo en Dios, porque es maravilloso, Él extiende la mano al que pide con amor, no le niega nada a nadie si es merecedor y dará frutos de su solicitud.

Dios es compasivo y paciente, siempre nos apoya, no nos demos por vencidos, pero seamos correctos para merecer la Gloria. El Espíritu Santo es nuestro guía, solo déjate llevar y escucha su mensaje; todo tiene su tiempo y todo tiene su lugar.

¿Estás dispuesto a cambiar?, ¿Seguirás a Dios aunque no recibas respuesta cuando tu la esperas?
Cuaresma: tiempo litúrgico de conversión, cuarenta días antes de la Pascua. En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

domingo, 15 de febrero de 2015

Testimonio de Patrick y Nancy, del ateísmo a la fe

Patrick y Nancy Latta, un matrimonio canadiense que visita El Salvador, vienen de la mano de la Santísima Virgen desde Bosnia Herzegovina del pueblo bendecido por Dios, Medjugorje, para compartir su testimonio de conversión con el pueblo salvadoreño. Y tuve la bendición de escuchar el testimonio de ésta bella pareja.  Me encantó saber que comenzaron diciendo que estaban más que orgullosos de poder estar en el país  que lleva el nombre de El Salvador del mundo, algo tan importante que se nos olvida a los salvadoreños, que orgullo vivir aquí, que triste que lo pasemos por alto. Les comparto el testimonio de un hombre ateo, convertido y gran servidor de la Virgen de Medjugorje.

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Empresario de éxito, fracasado en la vida, todo cambió al leer un mensaje de la Virgen de Medjugorje
Era un super millonario con dos divorcios a sus espaldas y cuatro hijos que estaban metidos en drogas y alcohol. Su dios era el dinero…
Patrick logró darles a sus hijos todo lo que el dinero puede comprar, pero arruinó sus vidas. De apariencia afable y paso tranquilo, cada día recibe junto a Nancy, su mujer, a decenas de peregrinos llegados de todo el mundo para contarles cómo un solo mensaje de la Virgen cambió su vida y la de su familia.
Divorciado dos veces
Patrick Latta es canadiense, y comienza su relato escoltado por su esposa, Nancy, de nacionalidad croata. “Cuando yo conocí a Nancy ya estaba divorciado dos veces. Era un empresario de éxito en Canadá, pero había fracasado en todo lo demás”.
“El dinero era mi dios”
Lo demás, como lo define Patrick, se resume en “dos divorcios y cuatro hijos destrozados. El segundo de ellos era drogadicto. Fue expulsado del colegio por traficar con droga. La culpa fue mía, porque la vez que se acercó a mí, siendo muy jovencito, preguntándome quien era Dios, yo le enseñé un billete de 20 dólares y le dije: “Hijo mío, aquí está dios”.
Patrick continua presentando a sus hijos: “El tercero es un chaval enorme, muy corpulento. Jugaba cuatro partidos de rugby a la semana, y cada día de esos cuatro, llegaba borracho a casa”.
La niña de Patrick repitió el patrón de su padre desde muy jovencita, ya que “se casó con 17 años y se divorció con 19. Luego se caso con 21 y se divorció con 24. Cuando le pregunté qué estaba haciendo con su vida, me respondió: “Papá, ¿qué hiciste tú?”.
Del mayor de sus hijos, Patrick prefiere no dar detalles: “Lleva una vida tan desordenada moralmente que no les puedo explicar”.
“Todo lo que el dinero podía comprar”
Patrcik y Nancy formaron una pareja adinerada y excéntrica que se casaron por lo civil subidos en un helicóptero. “Sí, siempre viví así. Yo tenía todo lo que el dinero podía comprar, y eso fue lo que les di a mis hijos. Les compré de todo, pero destrocé sus vidas”.
Respecto al matrimonio, dice que “finalmente nos casamos por la Iglesia simplemente por contentar a la madre de Nancy. Cuando fue a preguntar al obispo por mi situación canónica, nos encontramos con la sorpresa de que mi primera esposa, con la que me había casado por la Iglesia, había luchado 17 años sin que yo supiera nada por obtener la declaración de nulidad, por lo tanto yo no estaba casado ni lo había estado nunca, y es a ella, a mi primer a esposa, a quien le debo el trabajo que supuso aquel trago”.
De modo que celebraron el sacramento del matrimonio, “sin que eso significara absolutamente nada por nosotros”.
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Un libro que le cambió la vida
Un buen día, el hermano de Nancy le regaló un libro con los mensajes de la Virgen de Medjugorje, “y yo se lo di a Patrick para que los tirara a la basura”, apunta Nancy. Pero Patrick, no sabe aún por qué, abrió el libro y leyó “un solo mensaje” que cambio toda su vida: Abrí el libro a boleo y leí el más corto de todos esos mensajes. Decía: “Yo te llamo a la conversión. Es tu última oportunidad”. Cuando Patrick recuerda aquello aún se le asoman lágrimas a los ojos. Contiene la respiración y continúa: “Aquel mensaje, no me digan cómo ni por qué, tocó profundamente mi corazón. Era mi última oportunidad. Fue ahí cuando me di cuenta de que yo vivía con los dos pies en el infierno. Así comencé a leer todos aquellos mensajes y a tratar de ponerlos en vida.
El Rosario
El primer mensaje decía: “Rezar el Rosario juntos, en familia, y veran milagros”, así que Patrick le propuso a Nancy rezar el rosario, y comenzaron a hacerlo todos los días.
Fue cuando Patrick, siguiendo el contenido de aquellos mensajes, propuso a Nancy ir a Misa, cuando ella pensó que a su marido le pasaba algo malo en la cabeza. Pero empezaron a ir a Misa, y más tarde a ayunar. “Empecé a ayunar porque la Virgen dijo: “Con la oración y el ayuno, pueden detener las guerras”, y yo en mi casa tenía una guerra abierta con la droga, otra con el alcohol, y otra con la inmoralidad”.
Una guerra ganada por la Virgen
Poco a poco, Patrick y Nancy comenzaron a hacer vida aquel puñado de mensajes de aquel libro, hasta que un buen día, el segundo hijo de Patrick se unió con ellos en la oración en familia: “Hoy mi hijo tiene 37 años. Ha dejado las drogas, está casado, tiene dos hijos, y es profesor en una escuela católica. Él ha traído hace poco a 52 niños a rezar el rosario a Medjugorje. Es un milagro. Es una guerra ganada por la Virgen con el poder de nuestro rosario diario”.
Lo más importante de esto, Patrick dice que ha sido su ejemplo: “Me lo dijo mi hijo, que cuando por primera vez vio que yo rezaba el rosario, él tuvo la intuición de que debía hacer lo mismo, hasta que se unió a la oración”.
La Confesión tras 30 años
Patrick leyó entonces entre los mensajes que debía confesarse, de modo que fue a un sacerdote y le pidió confesión. Patrick llevaba 30 años sin confesar, y después de contarle al sacerdote toda su vida alejada de Dios, escuchó la fórmula: “En el nombre de Dios, yo te absuelvo”. Y rompió a llorar. “Fueron las palabras más impresionantes que había oído en toda mi vida”.
De camino a Medjugorje
Fue pasando el tiempo y Patrick, un buen día, le dijo a Nancy: “Amor, quiero vender todo y marcharme a vivir a Medjugorje”, de modo que cerró empresas, vendió casas, yates y propiedades, compró dos billetes de avión a Ámsterdam y, después de comprar un coche, en el momento de arrancar, le dijo a Nancy: “Cielo, ¿cómo se llega a Medjugorje”. Nancy rompió a llorar: “Dios mío Patrick, hemos vendido todo, has cerrado tus empresas y yo mi despacho. No tenemos nada porque quieres irte a vivir a Medjugorje ¡Y ni si quiera sabes cómo llegar! ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué quieres vivir allí?”.
La respuesta de Patrick no pudo ser más convincente: “Nancy, la madre de Dios se aparece allí cada día. ¡Ella vive allí! Si la Virgen María vive en Medjugorje, yo quiero ser su vecino”.
Pedir perdón a su hija
Un buen día, Patrick entendió que le debía pedir perdón a su hija, “y así lo hice. Hable con ella y le dije: “Hija, perdón por no haber sido un buen padre, por haberme divorciado de tu madre y por haberte destrozado el corazón. Yo se que un hijo no puede sobrevivir en condiciones a dos divorcios de su padre”, y a partir de ahí, comenzamos a tener cierta comunicación, algo que jamás había sucedido”.
Por otra parte, el hijo alcohólico de Patrick “dejó el equipo de rugby después de una visita a Medjugorje. Vino a casa y lo único que le regalé fue un rosario, que él comenzó a rezar. Dejó el alcohol, y hoy tiene familia y trabajo”.
“El éxito del Matrimonio está en la oración”
Para Patrick y Nancy el éxito de cualquier matrimonio “radica en el Rosario, en rezarlo juntos”. Su experiencia de vida avala dicha afirmación y asegura Patrick que él sabe que si un día no hubiesen empezado a rezar, “hoy no estaríamos juntos”.
“De modo que yo les puedo decir que el rosario y el ayuno han derrotado a las guerras que yo tenía en mi casa. Solo me queda mi hijo el mayor. Aún debo rezar por él y así lo hago, pero les aseguro que mi vida, llena de lujo, dinero y poder, era un infierno, y hoy que no tengo apenas nada material, solo deudas, vivo en paz. Todo eso fue porque un día leí un mensaje de la Virgen en Medjugorje, y yo le creí”.