Palabras de Nuestro Señor Jesucristo a Sor Natalia Magdolna:
-Mira, hija mía, si tienes un gran pesar, y no puedes orar, si estás confundida acerca de algo, si estás lastimada, si te sientes apagada y no tienes fuerzas para nada, dime solamente con confianza y amor: “¡Jesús, Jesús!”. Entonces, oyendo mi Nombre, los ángeles, los santos y mi Madre Inmaculada, se postran ante Mí y me adoran y el infierno se cierra, ya que el infierno está también bajo el poder de Dios y debe inclinarse ante mi Nombre. En efecto está escrito en la Biblia que el cielo y la tierra deberán inclinarse ante mi Nombre. ¿No crees que el pronunciar mi Nombre es una oración poderosa?
-Si durante la oración, tú no puedes hacer más que pronunciar mi Nombre con amor y confianza; hazlo cada vez que respires, y así tú habrás rezado muy bien y podrás alcanzarlo todo.
Palabras de Jesús a María Valtorta:
“Cuando nuestro Enemigo trata de fastidiarte demasiado, di: “Dios te salve María, Madre de Jesús, me confío a ti”. El demonio tiene todavía más aversión del nombre de María que de mi Nombre y de mi Cruz. No lo logra, pero trata de dañarme en mis fieles de mil maneras. Pero solamente el eco del nombre de María le hace huir. Si el mundo supiera llamar a María, estaría salvado.
Por tanto invocar nuestros dos nombres juntos es algo poderoso para hacer caer rotas todas las armas que Satanás lanza contra un corazón que es mío.”
Y una de las formas en que podemos invocar estos dos Nombres es mediante el acto de amor: “Jesús, María os amo, salvad las almas”, que el Señor ha enseñado a Sor Consolata Betrone, prometiéndole que cada vez que se dice, salvamos un alma y reparamos mil blasfemias. He aquí la explicación más detallada:
Mensaje de amor que el Sagrado Corazón de Jesús lanza al mundo para salvarlo.
Mientras el mundo se atomiza y desintegra por el odio de los hombres y de los pueblos, Jesucristo quiere renovarlo y salvarlo por el amor.
Quiere que se eleven hacia el cielo llamas de amor que neutralicen las llamas del odio y del egoísmo.
A tal efecto, enseñó a Sor M. Consolata Bertrone un Acto de Amor sencillísimo que debía repetir frecuentemente, prometiéndole que cada Acto de Amor salvaría el alma de un pecador y que repararía mil blasfemias.
La fórmula de este Acto es:
“Jesús, María, os amo, salvad las almas”
Allí están los tres amores: Jesús, María, las almas que tanto ama Nuestro Señor y no quiere que se pierdan, habiendo por ellas derramado Su Sangre.
Le decía Jesús: “Piensa en Mí y en las almas. En Mí, para amarme; en las almas para salvarlas (22 de agosto de 1934). Añadía: la renovación de este Acto debe ser frecuente, incesante: Día por día, hora por hora, minuto por minuto”(21 de mayo de 1936).
“Consolata, di a las almas que prefiero un Acto de amor a cualquier otro don que pueda ofrecerme”… “Tengo sed de amor”… (16 de diciembre de 1935).
Este Acto señala el camino del cielo. Con él cumplimos con el mandamiento principal de la Ley: “Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”… y a tu prójimo como a ti mismo.
Con este continuo Acto de Amor damos a Dios lo más excelente: que es amor a las almas. Con esta Jaculatoria nos podemos comunicar constantemente con Dios. Cada hora, cada minuto, es decir, siempre que lo queremos. Y lo podemos hacer sin esfuerzo, con facilidad. Es una oración perfecta; muy fácil para un sabio como para un ignorante. Tan fácil para un niño como para un anciano; cualquiera que sea puede elevarse a Dios mediante esta forma. Hasta un moribundo puede pronunciarla más con el corazón que con los labios.
Esta oración comprende todo:
Las almas del Purgatorio, las de la Iglesia militante, las almas inocentes, los pecadores, los moribundos, los paganos, todas las almas. Con ella podemos pedir la conversión de los pecadores, la unión de las Iglesias, por la santificación de los sacerdotes, por las vocaciones del estado sacerdotal y religioso. En un acto subido de amor a Dios y a la Santísima Virgen María y puede decidir la salvación de un moribundo, reparar por mil blasfemias, como ha dicho Jesús a Sor Consolata, etc., etc.
“¿Quieres hacer penitencia? ¡Ámame!”, dijo Nuestro Señor a Sor Consolata. A propósito, recordemos las palabras de Jesucristo al Fariseo Simón sobre Magdalena penitente: “Le son perdonados muchos pecados, porque ha amado mucho”.
Un “Jesús, María, os amo, salvad las almas” pronunciado al levantarse, nos hará sonreír durante el día; nos ayudará a cumplir mejor nuestros deberes, en la oficina, en el campo, en la calle, etc. Se pronuncia con facilidad, sin distraerse y con agrado.
Un “Jesús, María, os amo, salvad las almas”, santifica los sudores, suaviza las penas. Convierte la tristeza en alegría. Sostiene y consuela luchas de la vida. Ayuda en las tentaciones. Hace agradable el trabajo. Convierte en alegría el llanto. Fortalece y consuela en las enfermedades. Y trae las bendiciones sobre los trabajos y sobre las familias.
Un “Jesús, María, os amo, salvad las almas”. Ayudará a calmar tu indignación, a convertir tu ira en mansedumbre. Sabrás mostrarte benévolo al que te ofende. Devolver bien por mal. Conduce a efectos nobles; palabras verdaderas, obras grandes y sacrificios heroicos, iluminará tu entendimiento con luces sobrenaturales; estimulará el bien, retraerá el mal. Obtendrá el arrepentimiento al pecador; en el justo avivará la fe y le hará suspirar por la felicidad eterna.
Dios merece ser amado por ser nuestro Sumo Bien. Esta Jaculatoria es un dulce cántico para Jesús y María.
¡Cuán dulce es repetirlo frecuentemente! ¡Cuán agradable es avivar el fuego de amor a Dios!
Y habiéndolo pronunciado millares de veces durante tu vida, ¡cuán alegre será tu hora de la muerte, y qué gozosa volará tu alma al abrazo de Jesús y María en el cielo!
Dijo Jesús a Sor Consolata:
“Recuerda que un Acto de amor decide la salvación eterna de un alma y, vale como reparación de mil blasfemias. Sólo en el cielo conocerás su valor y fecundidad para salvar almas”.
“No pierdas tiempo, todo Acto de amor es un alma”. Cuando tengas tiempo libre y no tengas otra cosa que hacer, toma tu corona del Rosario en tus manos y a cada cuenta repite: “Jesús, María, os amo, salvad las almas”… En cuatro o cinco minutos habrás hecho pasar por tus dedos todas las cuentas y habrás salvado 55 almas de pecadores, habrás reparado por 55.000 blasfemias.
Dice San Agustín: “Quien salva un alma, asegura su propia salvación”, y quien salva centenares y millares y hasta millones de almas, con un medio tan fácil y tan sencillo, sin salir de su casa, ¿que premio no tendrá en el cielo?
Nuestro Señor le pedía a Sor Consolata que repitiera frecuentemente ese acto de amor hasta ser incesante, es decir, continuamente, porque continuamente van muchas almas al infierno porque no hay quién las salve… Repitamos todo lo que podamos este Acto de amor: “JESÚS, MARIA, OS AMO SALVAD LAS ALMAS”, para que sean muchas las almas que arranquemos al infierno para hacerlas felices eternamente en el cielo. Las almas que salvamos con este Acto de Amor, será un día nuestra corona de gloria en el cielo.
Cuando uno está ocupado con trabajos manuales, se puede repetir este Acto de Amor con la mente y tiene su mismo valor como lo dijo un día Nuestro Señor Jesucristo a Sor Consolata.
Y nosotros por qué no podríamos hacer lo mismo en lugar de perder un tiempo tan precioso en charlas inútiles; repitamos frecuentemente este Acto de Amor, y así acumularemos tesoros preciosísimos para el Cielo.
Los que se salvaron están en el cielo por haber amado a Dios. Los grados de gloria en el cielo se miden por la intensidad del amor que las almas practicaron en la vida.
Sólo entonces nos daremos cuenta de lo que vale un Acto de Amor y de su fecundidad en salvar almas.
Sor Consolata le pidió un día a Jesús: “Jesús enséñame a orar”. Y he aquí la Divina respuesta: “¿No sabes orar? ¿Hay acaso oración más hermosa y que sea más grata que el Acto de Amor?”
Jesús, María, os amo, salvad almas
La importancia de esta invocación, corta pero muy poderosa, se puede entender a través de las palabras que Jesús ha inspirado a sor Consolata y que nosotros leemos en su diario:
No te pido sino esto: un acto de amor continuo, Jesús, María os amo, salvad almas.
Dime, Consolata, qué oración más linda me puedes hacer? Jesús, María os amo, salvad almas: ¡amor y almas! Qué hay de más bello?
¡Tengo sed de tu acto de amor! Consolata, ámame mucho, solamente ámame, ámame siempre! Tengo sed de amor, pero de amor total, de corazones no divisos. Ámame tú por todos y por cada corazón humano que existe. Tengo tanta sed de amor. Apaga tú mi sed . Lo puedes . ¡Lo quieres! ¡Animo y adelante!
¿Sabes por qué no te permito muchas oraciones vocales? Porque el acto de amor es más fecundo. Un “Jesús te amo” repara mil blasfemias. Recuerda que un acto perfecto de amor decide la salvación eterna de un alma. Por lo tanto, ten remordimiento en perder un solo Jesús, María os amo, salvad almas.
Son maravillosas las palabras de Jesús que exprimen su gozo por esta invocación y, aún más, por las almas que con ésta podrán llegar a la salvación eterna. Esta promesa consoladora la encontramos muchas veces en la obra de sor Consolata, invitada por Jesús a intensificar y a ofrecer su amor:
No pierdas tiempo, porque cada acto de amor representa un alma. De todos los regalos, el mayor regalo que tú me puedas ofrecer es una jornada llena de amor.
Quiero un incesante Jesús, María os amo, salvad almas desde cuando te levantas hasta cuando te acuestas.
Jesús no podría ser más explícito y sor Consolata se expresa así:
Tan pronto como me levanto empezar enseguida el acto de amor, y, con fuerza de voluntad, no interrumpirlo más hasta que me acuesto por la tarde, rezando a mi Ángel de la Guarda que, durante mi sueño, rece él en mi lugar. Mantener este propósito constantemente renovándolo de madrugada y por la tarde.
Pasar bien mi jornada. siempre unida a Jesús con el acto de amor; Él transferirá en mí su paciencia, fuerza y generosidad.
El acto de amor que Jesús quiere incesante no depende de las palabras que se pronuncian con los labios, sino es un acto interior, de la mente que piensa en amar, de la voluntad que quiere amar y del corazón que ama. La formula Jesús, María os amo, salvad almas quiere ser simplemente una ayuda.
Y, si una criatura de buena voluntad me querrá amar y hará de su vida un solo acto de amor, de cuando se levanta hasta cuando se acuesta (con el corazón, bien entendido), yo haré, por esta alma, verdaderas locuras. Tengo sed de amor, tengo sed de ser amado por mis criaturas. Las almas creen que, para llegar a mí, necesitan una vida austera, penitente. ¡Ves cómo me transfiguran! Me hacen temible, mientras yo soy solamente Bueno! ¡Cómo olvidan el precepto que yo os he dado: “Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, con toda tu alma, etc. “! Hoy, como ayer, como mañana, a mis criaturas pediré solamente y siempre amor.
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