Me gusto ésta frase que dijo el padre en misa el domingo pasado,
encierra mucho el estilo de vida del católico, especialmente del laico.
No lo dijo como pregunta, lo dijo como afirmación, pero yo, pregunto.
¿Nos sentimos con el derecho de “exigir” como un niño pequeño?.
¿Sentimos que debemos de pedir con autoridad de ser complacidos?.
Pues el evangelio del domingo pasado, nos dice:
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero,
para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu
purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes
ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en
ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él
de todas partes.
Palabra del Señor
“Si quieres, puedes limpiarme”
Grande la solicitud del leproso. “Si Quieres”, pregunto, y no le dijo: “cúrame”, “sáname”, “límpiame”.
Ahora pensemos si es de esa manera como le hablamos a Jesús. Analicemos solo esa frase. “Si quieres”.
¿Qué pasa cuando pedimos, de la manera en como pedimos las cosas?,¿A
caso Jesús nos escucha?, ¿Nos ignora?, ¿No nos entiende?, ¿Por qué se
tarda tanto?. Nos frustramos.
Comenzamos a dudar del “poder de Dios”, nos preguntamos si en verdad
existe, si es MI DIOS, y no se que otras cosas puedan pasar por nuestra
mente.
Es el momento de debilidad donde comenzamos a dudar y cuestionar ¿Por qué seguimos el mismo camino, si es tan difícil?.
Nuestra fe (si es que había algo de ella en nuestras vidas) se va
debilitando al punto en dejar de creer en Él y en dejar de seguirlo o
buscarlo, cualquiera que sea el caso. Somos demasiado obstinados y
orgullosos como para seguir “sufriendo” si Dios no nos consiente o no
nos contempla.
He allí el éxodo de tanto católico y a dejar de creer del todo. Pues
creen que las respuestas de parte de Dios deben de ser inmediatas,
fáciles, rápidas y sin complicaciones.
Dios es un Dios de misericordia, entonces ¿Por qué no responde cuando
se lo pedimos?. ¿Será que nos comportamos como esos niños que mencioné
al principio del post?.
¿Cómo nos atrevemos a exigir, si ni siquiera damos NADA o muy poco a cambio?
¿Quién es Dios?, ¿Él o Yo?. ¿Por qué me creo superior entonces si se
que yo no soy nadie a los pies de Jesús? “Si quieres, puedes curarme”
así es como debemos de pedir…y veremos la Gloria del Señor. Aprendamos a
ser amables, educados, constantes y buenos hijos para merecer todo eso
que queremos pedir.
Respetemos y sigamos las leyes de la Iglesia, del Papa, de nuestros
Sacerdotes. Con discernimiento de que lo que se defiende es la Palabra
de Dios como está en la Biblia. No a conveniencia del humano del siglo
XXI que todo es relatividad.
No nos alejemos de Dios porque no nos resolvió como queríamos. Al
contrario, perseveremos en la humildad, en oración y veremos ese cambio
en nuestras vidas. Veremos esas respuestas del Señor como siempre hemos
querido. Pero dejemos de berrinchar, exigir y gritar como que nos
merecemos el mundo si no damos un paso por ser mejores personas.
Tratemos ahora que estamos entrando en cuaresma y enmendemos nuestra
vida pasada. Sigamos creyendo en Dios, porque es maravilloso, Él
extiende la mano al que pide con amor, no le niega nada a nadie si es
merecedor y dará frutos de su solicitud.
Dios es compasivo y paciente, siempre nos apoya, no nos demos por
vencidos, pero seamos correctos para merecer la Gloria. El Espíritu
Santo es nuestro guía, solo déjate llevar y escucha su mensaje; todo
tiene su tiempo y todo tiene su lugar.
¿Estás dispuesto a cambiar?, ¿Seguirás a Dios aunque no recibas respuesta cuando tu la esperas?
Cuaresma: tiempo litúrgico de conversión, cuarenta días antes de la
Pascua. En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia
nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo,
escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y
haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes
cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por
acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.