Con nuestro vestuario honremos a Dios
Quiero compartir esto con ustedes pues es triste ver como hoy la gente ya ni respeta la misa al punto de ir vestidos como que van a la playa.
Si te invitan a una boda ¿Cómo te arreglas?
Si te invitarán a tener una audiencia con el Papa o la Reina de Inglaterra, ¿Cómo te vistieras?
Si vas a encontrarte con Jesús Sacramentado ¿Cómo crees que debes de ir vestido?
Si, entiendo que los tiempos son distintos, modas van y vienen, pero no se trata de eso. Se trata del respeto al Ser más Supremo y que se merece todo el honor y honra. No es que vayamos de vestido de fiesta y el hombre de traje, pero en nuestro diario vivir si mostrar un recato y cuidado para ESE momento.
Hay personas que van en shorts y sandalias; camisetas rotas, jeans (pantalones de mezclilla) apretados, ya ni se diga strapless, blusas de tirantes, etc..
Por eso cuando vi esto dije es un tema que debemos de meditar.
“Quienquiera que mire a una mujer codiciándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. Dijo Cristo (San Mateo 5,28). Esta afirmación de nuestro Salvador nos debe hacer reflexionar sobre el peligro de las modas.
Cristo nos advierte que hay miradas malas. No sólo por las malas acciones pecan los hombres, sino también por los ojos y sus pensamientos. Esa es la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo. De ahí que Él también se preocupa de nuestro modo de vestir y que no es indiferente a las modas.
La mujer que se viste de una manera elegante pero cubriendo su cuerpo, honra a Dios y da testimonio de vivir según las normas de la moral católica y de ser hija de María. Al contrario la mujer (y también el varón) que se viste indecentemente, es escandalosa. Y de ella dijo Cristo: “Quién escandalice a uno solo de estos pequeños que cree en Mí, más le valdría que se le suspendiese al cuello una piedra de molino y que fuese sumergido en el abismo del mar…¡Hay del hombre por quien el escandalo viene!” (San Mateo 18,6-7)
Escandalizar significa hacer tropezar; ser causa de que otros pequen. Y hay mujeres que por su modo de vestir indecente y provocativo, hacen pecar a otros y los ponen en peligro de ir al infierno eterno. DIOS pedirá cuenta a estas mujeres y también a sus padres, esposos y sacerdotes si no las corrigen. La mujer que pretende conocer a Dios y amarlo, evita todo lo que la atente contra la pureza: las prendas apretadas y transparentes, las faldas cortas y abiertas, los escotes exagerados, los shorts, tops y tantas otras modas que no sean cristianas. Por moda inmoral entendemos especialmente aquella que tiende a despertar las bajas pasiones de los espectadores. Las mujeres realmente católicas deben ser hijas de María Purísima e imitar a su Madre del cielo.
¿Cómo vamos a imitar nosotros la pureza de la Virgen María? No podemos hacerlo sin practicar la modestia. ¿Por qué? La modestia es la protección natural de la santa pureza y una indicación de su presencia. Sí, la pureza es una virtud tan delicada, que si la modestia no la guarda y la protege (como un muro defensor) pude fácilmente mancharse y ser notada por otros que nos miran.
Las dos reglas básicas de la modestia en el vestir son: debe cubrir lo suficiente y tener las medidas adecuadas.
MODESTIA Y MODA
Debemos vestir modestamente, pero al mismo tiempo ser normales. Esto quiere decir que no vayamos a los extremos. El Papa Pío XII habló acerca de esto a un grupo de jovencitos en 1941: “Dios no nos pide que vivamos fuera de nuestros tiempos, sin consideración a las formas en el vestir, vistiéndose de una manera totalmente opuesta al gusto y uso de nuestros contemporáneos, sin preocuparse de lo que ellos gustan usar. Esto podría ser ridículo… (pero) Dios nos recuerda lo siguiente: La moda no es y no puede ser la regla suprema de nuestra conducta; por encima de la moda y sus demandas, reinan leyes supremas, superiores e incambiables principios…”. De este modo la regla es: si la moda actual es inmodesta, no debe ser seguida.
Nuestra Señora de Fátima en 1917 dijo: “Los pecados que llevan más almas al infierno son los pecados de la carne. Ciertas modas serán introducidas que van a ofender mucho a Nuestro Señor. Los que sirven a Nuestro Señor no deben de seguir estas modas. La Iglesia no tiene modas; Nuestro Señor es siempre el mismo.”
Fuente: Folleto Católico No4
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