jueves, 27 de diciembre de 2012

Un Seminarista en las SS



Gereon Karl Goldmann, sacerdote franciscano alemán. Siendo seminarista, fue reclutado por el ejército alemán, y colaboró en la conspiración contra Hitler. Fundador de la Academia de Música Sacra de Tokio y autor del libro: “The shadow of his wings”. En español: “Un Seminarista en las SS”.

El Padre Gereon Goldmann, O.F.M. fue un claro ejemplo de sacerdote que hizo propia su misión de Buen Pastor. Nació en el 10 de octubre de 1916 en la ciudad de Fulda, Alemania, en el seno de una familia católica y numerosa. Desde muy pequeño, gracias al testimonio de un franciscano misionero en Japón, tuvo la inquietud de ser sacerdote para poder ayudar a los demás. Entró al noviciado de los franciscanos en el año de 1936. En el verano de 1939 concluyó sus estudios de filosofía. La situación política de Alemania comenzó a cambiar en una dirección cada vez más autoritaria y los seminaristas fueron enrolados en el ejército.

En ese ambiente hostil en el que se encontraba juntamente con otros doscientos seminaristas de su campamento supo defender la fe e hizo ver la contradicción y falsedad que encerraba la ideología nazista. Fruto de ello fue que logró la conversión a la fe de muchos oficiales y soldados. Su liderazgo le llevó a formar parte de las SS en donde vio la oportunidad magnífica para predicar el evangelio a estos hombres que habían sido engañados. Lo supo hacer con buen tacto logrando así conversiones pero al mismo tiempo enemistades. Para poder seguir subiendo de cargo tenía que renegar de su fe firmando un documento, pero él se negó, lo que le ocasionó que le estuvieran cambiando de frentes o destinos.

Screen Shot 2012-12-27 at 16.31.39Lo que el Padre Goldmann sufrió en esos años de guerra y prisión, es el detalle que deseo que todos ustedes puedan leer en este libro tan inspirador. Es un verdadero testimonio de su vida donde él relata sobre el poder de la oración y la importancia del Santísimo Sacramento. Le costó ser sacerdote y lo logró gracias a la perseverancia y el amor al prójimo quienes se convierten en protagonistas de la historia.
Busquen el libro o descárguenlo de internet, vale la pena, se los recomiendo. Además de ser un libro inteligente, es entretenido, te mantiene queriendo saber que le puede pasar después al Padre y está lleno de espíritu.

Con esto quiero cerrar la importancia de los sacerdotes en el mundo, de lo que carecemos de ellos ahora en un mundo tan pagano. Oremos por nuevas vocaciones y para que el Espíritu Santo esté siempre en sus corazones y no caigan en tentación.

Les comparto este párrafo de cómo describen al Padre Goldmann:
“El P. Gereon Goldmann es un brote de muestra de lo que hace Cristo en sus sacerdotes y por medio de sus sacerdotes. Ellos se ofrecen voluntariamente para se las manos, los pies, la boca y el corazón de Cristo. La vida del sacerdote está llena de incomprensiones y de sacrificio que en la mayoría de ellos no se deja ver porque su donación y entrega generosa a la vocación a la que han siso llamados les lleva a estar olvidados de sí mismos para entregarse por la salvación de las almas. El mayor gozo de los sacerdotes es el poder dar gloria a Dios y alcanzar la salvación de las almas que le han sido confiadas. Una vez más, Cristo se hace presente hoy día en cada uno de sus sacerdotes dando su vida voluntariamente por sus ovejas, Él conoce a cada una por su nombre y las defiende de los lobos. “ Armando Villanueva, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores

lunes, 17 de diciembre de 2012

Cómo rezar en familia la Corona de Adviento

Para que puedas rezar la corona de adviento en familia. Invita a todos los miembros de tu familia a que sean parte de la corona y que dejen sus propias peticiones personales.

Sabías que el círculo de la corona de adviento nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin. Él es ETERNO.


 
+Primer domingo
Todos:
Hacen la Señal de la Cruz.

Ambientación:
No dejemos que los acontecimientos que padece el mundo y la crisis que vive nuestro país nos hagan adormecer y perder conciencia de lo que sucede. Jesús viene a nuestro encuentro y nos dice: ¡permanezcan despiertos!

Oración inicial:
“Señor Jesús, queremos hoy armar la Corona de Adviento y encender la primer vela morada, para reconocerte como la luz del mundo que ha triunfado sobre las tinieblas y la muerte. Amén”.

Canto:
Entonamos una estrofa de algún canto de Adviento

Bendición de la corona:
“Señor, te pedimos que derrames tu bendición sobre esta corona, para que nos recuerde domingo a domingo que debemos estar despiertos esperando a Cristo que nos trae la salvación. No dejes que los males que nos rodean nos impidan comprometernos con la realidad para cambiarla. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.”

Oración frente a la corona:
(algún integrante de la familia enciende la primera vela morada). “Encendemos Señor esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús!”

Canto:
Entonamos otra estrofa del canto

Lectura del Evangelio:
Lucas 21:25-36.

Guía:
Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos, Señor

Meditación:
Se puede hacer un momento de silencio para meditar la Palabra de Dios y dialogar en familia con esta pregunta: ¿Qué propósito nos puede ayudar a tener un corazón mejor dispuesto para recibir a Jesús en esta Navidad?

Peticiones:
A cada petición respondemos: ¡Ven, Señor, te esperamos!

-Para que tu luz nos haga salir de la oscuridad.

-Para que tu presencia nos quite los temores.

-Para que tus enseñanzas orienten nuestra vida.

Se pueden agregar otras peticiones/intenciones de la familia.

Rezamos juntos:
1 Padrenuestro y 1 Avemaría.

Oración final:
“Querida Madre, se te ha encomendado la misión de estar siempre despierta para atender a todas nuestras necesidades, particularmente cuando el peso de las responsabilidades nos agobian. Camina junto a nosotros en este Adviento. Amén”.





+Segundo domingo
Todos:
Hacen la Señal de la Cruz.

Ambientación:
Al iniciar este segundo domingo de Adviento nos hemos reunido alrededor de la corona para dejarnos iluminar por la Palabra de Dios y rezar en familia, esperando con alegría que Jesús nazca en nuestro corazón.

Oración inicial:
“Señor Jesús, estamos cerca de vivir un gran acontecimiento: tu nacimiento en medio de nosotros. Juan el Bautista anunció tu llegada pidiendo a los hombres que se arrepintieran de corazón. Hoy, nosotros, arrepentidos, te pedimos perdón a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".

Canto:
Entonamos una estrofa de algún canto de Adviento

Oración frente a la corona:
(algún integrante de la familia enciende la segunda vela morada, además de la semana anterior). “Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humildad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!"

Canto:
Entonamos otra estrofa del canto

Lectura del Evangelio: Lucas 3:1-6.

Guía:
Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos, Señor

Meditación: Meditamos en silencio las palabras de Juan el Bautista y dialogamos en familia con esta pregunta: ¿Qué piedras encontramos en el camino a nuestro corazón que le impiden llegar a Jesús? ¿Por qué es necesaria la conversión para el perdón de los pecados?

Peticiones:
A cada petición respondemos: ¡Señor, cambia nuestro corazón!

-Porque somos egoístas y orgullosos.

-Porque nos cuesta perdonar las ofensas.

-Porque somos envidiosos y celosos.

Se pueden agregar otras peticiones/intenciones de la familia.

Rezamos juntos:
1 Padrenuestro y 1 Avemaría.

Oración final:
“Querida Virgen María, Tú sabes que nuestro camino al corazón está lleno de piedras, que no dejan que tu Hijo Jesús pueda venir a nosotros. Te pedimos tu ayuda para sacar estos obstáculos del camino y permitir que El pueda nacer en nosotros esta Navidad. Amén”.




+Tercer domingo
Todos:
Hacen la Señal de la Cruz.

Ambientación:
La razón más grande de nuestra alegría es Jesús que ya está entre nosotros y esperamos su segunda venida. Este domingo nos recuerda que la Navidad que festejamos todos los años nos trae a la memoria, que Jesús vino al mundo a través de María.

Oración inicial: “Señor Jesús, no dejes que la alegría de tu presencia se borre de nuestro corazón, a pesar de los acontecimientos dolorosos que estamos viviendo en nuestra patria. Que la razón de nuestra alegría sea siempre el sentirnos amados por Ti. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén”.

Canto:
Entonamos una estrofa de algún canto de Adviento

Oración:
“Señor Jesús, nosotros queremos ser portadores de alegría, llevando en nosotros mismos una profunda alegría, una alegría que tenga su fuente en la fe y en el amor que nos tiene el Padre Celestial. Oscuridades e inseguridades no nos pueden quitar la alegría. Señor, te pedimos que seas la causa de nuestra alegría. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.”

Oración frente a la corona:
(algún integrante de la familia enciende la vela rosa, además de las que ya se encendieron los otros dos domingos). “En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se acerca. Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor".

Canto:
Entonamos otra estrofa del canto

Lectura del Evangelio: Lucas 3:10-18.

Guía:
Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos, Señor

Meditación:
Meditar en silencio las palabras de Juan el Bautista y dialogamos en familia con esta pregunta ¿Qué actitudes y gestos son las que alegran nuestro corazón?

Peticiones:
A cada petición respondemos: ¡Señor, que no perdamos la alegría!

-Cuando el dolor nos golpea y nos cuesta levantarnos.

-Cuando sentimos que somos despreciados y maltratados.

-Cuando nos falta el trabajo y el pan de cada día.

Se pueden agregar otras peticiones/intenciones de la familia.

Rezamos juntos:
1 Padrenuestro y 1 Avemaría.

Oración final:
“Querida Madre de Dios, que viviste con alegría los nueve meses de tu Adviento llevando al Niño Dios en tu seno, ayúdanos con tu oración para que no se borre nunca de nuestro corazón la alegría que nos trae Jesús. Amén”.




+Cuarto domingo
Todos: Hacen la Señal de la Cruz.

Ambientación:
En el cuarto domingo de Adviento nuestros ojos miran a María, ya que se aproxima el momento en que dará a luz al Hijo de Dios. Por eso al lado de la corona vamos a poner una imagen de la Virgen con una vela encendida (que no sea ninguna de las velas de la corona).

Oración inicial:
“Señor Jesús, hoy la liturgia nos invita a mirar a María embarazada, que te ha llevado en su seno durante nueve meses y que pronto te dará a luz. Ayúdanos a vivir con fe este misterio llamado "Encarnación". Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".

Canto:
Entonamos una estrofa de algún canto de Adviento

Oración: "Señor Jesús, nuestros corazones y también nuestro hogar te abren las puertas, para que así como entraste en el seno de María, puedas entrar en nuestra vida personal y familiar. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".

Oración frente a la corona: (algún integrante de la familia enciende las cuatro velas de la corona tomando luz de la vela que está delante de la Virgen). “Al encender estas cuatro velas, en el último domingo de Adviento, pensamos en ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!"

Canto:
Entonamos otra estrofa del canto

Lectura del Evangelio:
Lucas 1:39-45.

Guía:
Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos, Señor

Meditación:
Meditamos en silencio y dialogamos en familia con esta pregunta: ¿Cuáles son los motivos por los que Isabel se alegra ante la visita de María?

Peticiones:
A cada petición respondemos: ¡Virgen María, danos a Jesús!

-En este momento de dolor y angustia que vive nuestra patria.

-En esta Navidad que hemos venido preparando en familia.

-En los momentos en que sentimos la tentación de abandonar todo.

Se pueden agregar otras peticiones/intenciones de la familia.

Rezamos juntos:
1 Padrenuestro y 1 Avemaría.

Oración final:
“Querida Madre de Dios, te pedimos que nos hagas sentir aquella misma alegría y gozo que sentiste al dar la vida humana a Jesús. Nuestra familia quiere llevar esta felicidad a todas las personas que más sufren. Amén”.



Celebración para la Noche de Navidad
(Antes de comenzar a cenar y brindar)

Todos:
Hacen la Señal de la Cruz.

Ambientación:
Esta Navidad queremos aprovecharla como un tiempo de gracia, para sentir que Dios quiere habitar en este hogar y nacer en cada uno de nuestros corazones.

Oración inicial:
“Concede, Señor todopoderoso, que hoy brille para nosotros y todas las familias del mundo, la luz de tu Palabra. Amén”.

Canto: Entonamos una estrofa de algún canto conocido

Encendemos la Corona de Adviento y una vela blanca:
Encendemos las cuatro velas de la Corona de Adviento y una vela blanca que ponemos al lado de la imagen de la Virgen (en el pesebre).

Canto: Entonamos algún alegre villancico mientras nos disponemos a agregar al Niño Dios en el pesebre. Cuando ponemos al niño, todos aplaudimos.

Lectura del Evangelio: Lucas 2:1-14.

Guía:
Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos, Señor

Meditación:
Leer pausadamente la siguiente meditación.

"Esperábamos la gloria deslumbrante del Señor y tú nos mandaste un tierno niño, en el silencio de la noche. Esperábamos un guerrero y tú nos has enviado un príncipe de la paz. Esperábamos al Dios fuerte y omnipotente, y tú nos has dado un manso cordero. Teníamos mucho miedo y tú nos has dado el amor, la paz y la vida. Esperábamos recibir mucho de ti y tú has superado nuestra capacidad y deseo, tú mismo te nos has dado, todo entero y para siempre"

Peticiones: Mientras el Niño Dios pasa de mano en mano, la persona que le toca tenerlo, hace una petición y todos responden: ¡Hoy nos ha nacido el Mesías, el Señor!

Rezamos juntos: 1 Padrenuestro y 1 Avemaría.

Oración final:
“Hoy la Virgen da a luz al Trascendente. Y la tierra ofrece una cueva al inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la estrella; porque ha nacido por nosotros, niño pequeñito, el Dios de antes de los siglos. Amén"

Canto: Terminamos con un canto mientras disponemos en el centro de la mesa familiar la Corona de Adviento con sus cuatro velas encendidas (más la quinta vela blanca también encendida cerca de la Virgen y el Niño Jesús, en el pesebre).



Celebración para la Noche de Año Nuevo
(Antes de comenzar a cenar y brindar)


Todos:
Hacen la Señal de la Cruz.

Ambientación:
Antes de que comiencen los festejos dando la señal que un año más ha finalizado y comienza uno nuevo, vale la pena, iluminados por la luz del Señor, hacer un sencillo balance de lo que ha significado para cada uno de nosotros el año viejo y lo que esperamos para el año nuevo.

Oración inicial:
“Señor, te damos gracias por el año que termina, porque a pesar de tantas dificultades y tropiezos en todos los casos hemos mantenido la fidelidad y la fe. Te pedimos al comenzar este nuevo año que nos bendigas en abundancia. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén”.

Encendemos la Corona de Adviento y marcamos en las velas la cifra del año:
Colocamos la Corona de Adviento en la mesa familiar y a cada vela le ponemos un número correspondiente al año nuevo que va a comenzar en pocos días. Encendemos las cuatro velas de la corona. Poco antes de las doce de la noche, encendemos la quinta vela de color blanco (que está junto al pesebre desde Navidad o que hemos colocado en el centro de la corona).

Lectura:
del libro del Eclesiastés 3:18

Guía:
Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos, Señor

Meditación:
Después de meditar en silencio la lectura, invitamos a todos a sentarse alrededor de la Corona de Adviento y que cada uno exprese "lo que ha significado el año viejo y lo que espera para este nuevo año".

Peticiones:
Damos gracias a Dios por todo lo que hemos recibido en este año que termina. Respondemos: ¡Te damos gracias, Señor!

-Por los momentos de dolor que nos ayudaste a superar. Oremos.

-Por los alimentos que siempre estuvieron presentes en nuestra mesa. Oremos.

Se agregan otras peticiones/intenciones de la familia.

Rezamos juntos:
1 Padrenuestro y 1 Avemaría.

Nos damos la paz y el perdón:
El primer día del año, la Iglesia celebra la "Jornada Mundial de la Paz", por eso es apropiado que en este momento nos demos mutuamente la paz y nos pidamos perdón por las veces que nos hemos ofendido.

Oración final: “Señor, Creador del Universo, al comenzar este nuevo año, queremos ser en tus manos instrumentos de tu paz: para que donde haya odio, sembremos amor; donde haya ofensa, perdón; donde haya duda, fe; donde haya desaliento, esperanza; donde haya tristeza, alegría. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén."

Canto:
Terminamos con un canto

sábado, 15 de diciembre de 2012

El evangelio secreto de la Virgen María


Hace poco terminé de leer un libro que me prestaron sobre el Evangelio secreto de la Virgen María por el Padre Santiago Martín.

La Virgen María es querida y venerada por millones de fieles católicos. Para otros, en cambio, es un obstáculo al ecumenismo, debido a los recelos que hacia ella sienten buena parte de las otras Iglesias. Casi todos, sin embargo, parecen desconocer las experiencias y dificultades que ella debió atravesar para llevar a cabo la misión de ser madre, educadora y fiel discípula de Cristo. Este libro se hace eco de una antiquísima tradición de la Iglesia y recoge las experiencias de la Virgen, narradas a san Juan, el discípulo de su Hijo que Él destinó a cuidarla en el ocaso de su vida. Nos muestra el rostro de una mujer valiente, que ha amado y sufrido mucho, que ha visto cómo mataban a su único hijo y que ha sido capaz de resistir la prueba sin perder ni la fe ni la esperanza.

Me pareció un libro tan lleno de sabiduría, instructivo y conmovedor. Dentro del libro, el Padre Martín explica cómo se llega a obtener estos escritos y al final de éste deja que el lector tome su propia decisión de “creer o no creer” lo leído. Pero independientemente de esta decisión, para mi, fue alentador, sorprendente y muy necesario.

El detalle de descripción de la vida de María, sus padres, su amado José y cómo fue el niño Jesús en su crecimiento como persona y como Dios.

En este tiempo de Adviento, es bueno hacer lectura constructiva que alimente al alma y corazón para hacernos mejores personas. ¡Se los recomiendo!

jueves, 6 de diciembre de 2012

La Concepción Inmaculada de María


Por medio de ella y en ella comenzó el cristianismo.
Conoce le Dogma para reflexionar:

Cada 8 de diciembre, la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir desde el instante en que María comenzó la vida humana.

El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX proclamó este dogma:
“…declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…”

(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
María es la “llena de gracia”, del griego “kecharitomene” que significa una particular abundancia de gracia, es un estado sobrenatural en el que el alma está unida con el mismo Dios. María como la Mujer esperada en el Protoevangelio (Gn. 3, 15) se mantiene en enemistad con la serpiente porque es llena de gracia.

Las devociones a la Inmaculada Virgen María son numerosas, y entre sus devotos destacan santos como San Francisco de Asís y San Agustín. Además la devoción a la Concepción Inmaculada de María fue llevada a toda la Iglesia de Occidente por el Papa Sixto IV, en 1483.

El camino para la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María fue trazado por el franciscano Duns Scotto. Se dice que al encontrarse frente a una estatua de la Virgen María hizo esta petición: “Dignare me laudare te: Virgo Sacrata” (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).

Y luego el franciscano hizo estos cuestionamientos:
1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? 
Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.
2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original?
Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.
3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? 
Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.
Entonces Scotto exclamó:
Luego
1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.
2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha
3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.
La Virgen María es Inmaculada gracias a Cristo su hijo, puesto que Él iba a nacer de su seno es que Dios la hizo Inmaculada para que tenga un vientre puro donde encarnarse. Ahí se demuestra cómo Jesús es Salvador en la guarda de Dios con María y la omnipotencia del Padre se revela como la causa de este don. Así, María nunca se inclinó ante las concupiscencias y su grandeza demuestra que como ser humano era libre pero nunca ofendió a Dios y así no perdió la enorme gracia que Él le otorgó.

La Inmaculada Virgen María nos muestra la necesidad de tener un corazón puro para que el Señor Jesús pueda vivir en nuestro interior y de ahí naciese la Salvación. Y consagrarnos a ella nos lleva a que nuestra plegaria sea el medio por el cual se nos revele Jesucristo plenamente y nos lleve al camino por el cual seremos colmados por el Espíritu Santo.

Fuente: ACI Prensa

sábado, 1 de diciembre de 2012

En Adviento recordamos que nuestra vida se orienta al rostro de Dios, afirma el Papa



En su meditación previa al rezo del Ángelus dominical, el Papa Benedicto XVI recordó que hoy –con el inicio del Adviento- comienza un nuevo Año Litúrgico para la Iglesia y pidió a los fieles esperar el nacimiento de Cristo con la certeza de que toda la vida se orienta al encuentro con Dios.

“Hoy iniciamos con toda la Iglesia el nuevo Año Litúrgico: un nuevo camino de fe, que hay que vivir juntos en las comunidades cristianas, pero también –como siempre- para recorrerlo al interno de la historia del mundo, para abrirla al misterio de Dios, a la salvación que viene de su amor. El Año litúrgico inicia con el Tiempo de Adviento: tiempo estupendo en el cual se despierta en los corazones la espera del regreso de Cristo y la memoria de su primera venida, cuando se despojó de su gloria divina para asumir nuestra carne mortal”, afirmó el Papa según informa Radio Vaticana.

Así mismo, reflexionó sobre el Evangelio de hoy. “‘Estén atentos’. Este es el llamado de Jesús en el Evangelio de hoy. Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: ‘Estén prevenidos’ (Mc 13,37). Es un llamado saludable a recordarnos que la vida no tiene sólo una dimensión terrena, sino que está proyectada a un ‘más allá’, como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotado de libertad y responsabilidad, por la que cada uno será llamado a dar cuenta de cómo ha vivido, de cómo ha utilizado sus propias capacidades: si se las ha guardado para sí o si las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos”.

“También Isaías, el profeta del Adviento, nos hace reflexionar hoy con una oración afligida, dirigida a Dios en nombre de su pueblo. El reconoce las faltas de su gente, y a un cierto momento dice: ‘No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrase a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas’ (Is 64,6)”.

“¿Cómo no quedar conmovido por esta descripción? Parece reflejar ciertos panoramas del mundo post-moderno: las ciudades en donde la vida se vuelve anónima y horizontal, en donde Dios parece ausente y el hombre el único patrón, como si fuera él el artífice y el director de todo: las construcciones, el trabajo, la economía, los transportes, las ciencias, la técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, de este modo, que parece casi perfecto, suceden cosas sorprendentes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las cuales nosotros pensamos que Dios se haya como retirado, nos haya –por así decirlo- abandonado a nosotros mismos”, afirmó.

El Papa recordó que “el verdadero ‘patrón’ del mundo no es el hombre, sino Dios. El Evangelio dice: ‘Estén atentos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de la casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue al improviso y los encuentre dormidos’ (Mc 13, 35-36). El tiempo de Adviento viene cada año para recordarnos esto, porque nuestra vida encuentre nuevamente su justa orientación, hacia el rostro de Dios”.

“El rostro no de un ‘patrón’, sino de un Padre y de un Amigo. Con la Virgen María, que nos guía en el camino del Adviento, hagamos nuestras las palabras del profeta: ‘Porque tú, Señor, eres nuestro Padre, nosotros somos tu arcilla y tú nuestro alfarero, ¡todos somos la obra de tus manos! (Is 64,7)’”.