Junto con la coronilla, cada día se rezan las siguientes oraciones:
PRIMER DÍA
Hoy tráeme a todo el género humano, especialmente a los pecadores
y sumérgelos en el océano de Mi misericordia. De esta forma me
consolarás de la honda pesadumbre en que me sume la pérdida de las
almas.
Oracion
Misericordiosísimo
Jesús, cuya prerrogativa es tener compasión de nosotros y perdonarnos,
no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu
bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu Piadosísimo Corazón y no
permitas que salgamos jamás de el. Te lo pedimos por el amor que te une
al Padre y al Espíritu Santo.
Padre
Eterno, vuelve Tu compasiva mirada hacia todo el género humano y en
especial hacia los pobres pecadores, todos unidos en el Piadosísimo
Corazón de Jesús. Por los méritos de Su dolorosa Pasión, muéstranos Tu
misericordia, para que alabemos la omnipotencia de Tu misericordia, por
los siglos de los siglos. Amén.
SEGUNDO DÍA
Hoy tráeme las almas de los sacerdotes y religiosos
y sumérgelas en Mi misericordia insondable. Fueron ellos los que me
dieron fortaleza para soportar hasta el fin las amarguras de Mi Pasión. A
través de ellos, como por canales, Mi misericordia fluye hasta los
hombres.
Oracion
Misericordiosísimo
Jesús, de quien procede toda bondad, multiplica Tus gracias sobre las
religiosas consagradas a Tu servicio, para que puedan hacer obras
dignas de misericordia; y que todos aquellos que las vean, glorifiquen
al Padre de Misericordia que está en el cielo.
Padre
Eterno, vuelve Tu mirada misericordiosa hacia el grupo elegido en Tu
viña – hacia las almas de sacerdotes y religiosos -; dótalos con la
fortaleza de Tus bendiciones. Por el amor del corazón de Tu Hijo, en el
cual están unidos, impárteles Tu poder y Tu luz, para que guíen a otros
en el camino de la salvación y con una sola voz canten alabanzas a tu
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
TERCER DÍA
Hoy tráeme a todas las almas devotas y fieles y
sumérgelas en el océano de Mi misericordia. Ellas me confortaron a lo
largo del Vía Crucis. Fueron gota de consuelo en un océano de amargura.
Oracion
Misericordiosísimo
Jesús, del tesoro de Tu misericordia distribuye Tus gracias a raudales
entre todos y cada uno de nosotros. Acógenos en el seno de Tu
Compasivísimo Corazón y no permitas que salgamos nunca. Te imploramos
esta gracia en virtud del más excelso de los amores; aquel con el que Tu
corazón arde tan fervorosamente por el Padre Celestial.
Padre
Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia las almas fieles, pues que
guardan el legado de Tu Hijo. Por los méritos y dolores de Su Pasión,
concédeles Tu bendición y tenlos siempre bajo Tu tutela. Que nunca
claudique su amor o pierdan el tesoro de nuestra santa fe, sino que, con
todo el ejército de Angeles y Santos, glorifiquen tu infinita
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CUARTO DÍA
Hoy tráeme a los que no creen en mí1 y a los que todavía no me conocen. Pensaba
en ellos durante las angustias de Mi Pasión, y su futuro fervor servía
de consuelo a Mi corazón. Sumérgelos en el océano de Mi misericordia.
Oracion
Piadosísimo Jesús,
Tú que eres Luz del género humano, recibe en la morada de Tu corazón
lleno de compasión, las almas de aquellos que todavía no creen en Ti, o
que no te conocen. Que los rayos de Tu gracia los iluminen para que
también, unidos a nosotros, ensalcen tu maravillosa misericordia; y no
los dejes salir de la morada de Tu corazón desbordante de piedad.
Padre
Eterno, vuelve Tu piadosa mirada a las almas de aquellos que no creen
en Tu Hijo y las de aquellos que todavía no te conocen pero anidan en el
Compasivo Corazón de Jesús. Aproxímalos a la luz del Evangelio. Estas
almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también
ellos ensalcen la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los
siglos. Amén.
QUINTO DÍA
Hoy tráeme las almas de nuestros hermanos separados2 y
sumérgelas en el océano de Mi misericordia. Durante las angustias de Mi
Pasión desgarraron Mi Cuerpo y Mi Corazón, es decir, mi Iglesia. A
medida que se reincorporan a ella, Mis heridas cicatrizan y de esta
forma sirven de bálsamo a Mi Pasión.
Oracion
Misericordiosísimo
Jesús, que eres la Bondad misma, no niegues la luz a aquellos que Te
buscan. Recibe en el seno de tu corazón desbordante de piedad las almas
de nuestros hermanos separados. Encamínalos, con la ayuda de Tu luz, a
la unidad de la Iglesia y no los dejes marchar del cobijo de Tu
Compasivo Corazón, todo amor; haz que también ellos lleguen a glorificar
la generosidad de Tu misericordia.
Padre
Eterno, vuelve tu piadosa mirada hacia las almas de nuestros hermanos
separados, especialmente hacia las almas de aquellos que han malgastado
Tus bendiciones y abusado de Tus gracias, manteniéndose obstinadamente
en el error. También a ellos da cobijo el Corazón misericordiosísimo de
Jesús; no mires sus errores, sino el amor de Tu Hijo y los dolores de la
Pasión que sufrió y que aceptó por su bien. Haz que glorifiquen Tu gran
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
SEXTO DÍA
Hoy tráeme las almas mansas y humildes y las almas de los niños pequeños y
sumérgelas en Mi misericordia. Son éstas las más parecidas a Mi
corazón. Me proporcionaron fortaleza durante Mi amarga agonía, puesto
que las veía como Angeles terrestres, velando junto a Mis altares.
Derramo sobre ellas gracias torrenciales, porque sólo el alma humilde es
capaz de recibir Mi gracia. Distingo a las almas humildes con Mi
confianza.
Oracion
Misericordiosísimo Jesús, que dijiste: Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón. Acoge
en el seno de Tu corazón desbordante de piedad a todas las almas mansas
y humildes y las de los niños pequeños. Estas almas son la delicia de
las regiones celestiales y las preferidas del Padre Eterno, pues se
recrea en ellas muy particularmente. Son como un ramillete de
florecillas que despidieran su perfume ante el trono de Dios. El mismo
Dios se embriaga con su fragancia. Ellas encuentran abrigo perenne en Tu
Piadosísimo Corazón, Oh Jesús, y entonan, incesantemente himnos de amor
y gloria.
Padre
Eterno, vuelve Tu mirada llena de misericordia hacia estas almas
mansas, hacia estas almas humildes y hacia los niños pequeños
acurrucados en el seno del corazón desbordante de piedad de Jesús. Estas
almas se asemejan más a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra
hasta alcanzar Tu Trono, Señor. Padre de misericordia y bondad suma, Te
suplico, por el amor que Te inspiran estas almas y el gozo que Te
proporcionan: Bendice a todo el género humano, para que todas las almas a
la par entonen las alabanzas que a Tu misericordia se deben por los
siglos de los siglos. Amén.
SÉPTIMO DÍA
Hoy tráeme las almas que veneran y glorifican especialmente Mi misericordia3 y
sumérgelas en Mi misericordia. Ellas sintieron los sufrimientos de Mi
Pasión y penetraron en Mi espíritu más profundamente que ninguna otra.
Son vivo reflejo de Mi piadoso corazón, y resplandecerán con esplendor
especial en la vida futura. Ninguna de ellas sufrirá el tormento del
fuego eterno, porque las defenderé con particular empeño a la hora de la
muerte.
Oracion
Misericordiosísimo
Jesús, cuyo Tu corazón es el amor mismo, recibe en el seno de Tu
corazón piadosísimo las almas de aquellos que de una manera especial
alaban y honran la grandeza de Tu misericordia. Son poderosas con el
poder de Dios mismo. En medio de las dificultades y aflicciones siguen
adelante, confiadas en Tu misericordia; y unidas a Ti, Oh Jesús, portan
sobre sus hombros a todo el género humano; por ello no serán juzgadas
con severidad, sino que Tu misericordia las acogerá cuando llegue el
momento de partir de esta vida.
Padre
Eterno, vuelve Tu mirada sobre las almas que alaban y honran Tu
Atributo Supremo, Tu misericordia infinita, guarecidas en el Piadosísimo
Corazón de Jesús. Estas almas viven el Evangelio con sus manos
rebosantes de obras de misericordia y su corazón, desbordante de
alegría, entona cánticos de alabanza a Ti, Altísimo Señor, exaltando tu
misericordia. Te lo suplico Señor: Muéstrales Tu misericordia, de
acuerdo con la esperanza y confianza en Ti depositada. Que se cumpla en
ellos la promesa hecha por Jesús, al expresarles que durante su vida,
pero sobre todo a la hora de la muerte, aquellas almas que veneraron Su
infinita misericordia, serían asistidas por El, pues ellas son su
gloria. Amén.
OCTAVO DIA
Hoy tráeme las almas que están detenidas en el purgatorio y
sumérgelas en las profundidades de Mi misericordia. Que Mi Sangre,
cayendo a chorros, apacigüe las llamas en que se abrasan. Todas estas
almas me son muy queridas. Ellas pagan el castigo que se debe a Mi
justicia. En tu poder está socorrerlas. Saca todas las indulgencias del
tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas por ellas. Oh, si supieras qué
tormentos padecen, ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del
espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi justicia.
Oracion
Misericordiosísimo
Jesús, que exclamaste ¡misericordia! introduzco ahora en el seno de tu
corazón desbordante de misericordia, las almas del purgatorio, almas que
tanto aprecias pero que, no obstante,. han de pagar su culpa. Que el
manantial de Sangre y Agua que brotó de Tu corazón apague las llamas
purificadoras para que, también allí, el poder de Tu misericordia sea
glorificado.
Padre
Eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que padecen en el
purgatorio y que Jesús acoge en Su corazón, desbordante de piedad. Te
suplico, por la dolorosa Pasión que sufrió Tu Hijo, y por toda la
amargura que anegó Su sagradísima alma: Muéstrate misericordioso con las
almas que se hallan bajo Tu justiciera mirada. No los mires de otro
modo, sino sólo a través de las heridas de Jesús, Tu Hijo bien amado;
porque creemos firmemente que Tu bondad y compasión son infinitas. Amén.
NOVENO DIA
Hoy tráeme las almas tibias4 y
sumérgelas en las profundidades de Mi misericordia. Ellas fueron las
que más laceraron, Mi corazón. Por su indiferencia Mi alma padeció un
terrible hastío en el Huerto de los Olivos. Ellas me hicieron gritar:
“Padre, si quieres, aparta de Mi este cáliz”. La última esperanza de
salvación para ellas estriba en apelar a Mi misericordia.
Oracion
Piadosísimo
Jesús, que eres la piedad misma, traigo hoy al seno de Tu Compasivo
Corazón a las almas enfermas de tibieza. Que el puro amor que Te inflama
encienda en ellas de nuevo la llama de Tu amor, y no vuelva el peso
muerto de su indiferencia a abrumarte con su carga. Oh Jesús, todo
compasión, ejerce la omnipotencia de Tu Misericordia, y atráelas a Ti,
que eres llama de amor viva y haz que ardan con santo fervor, porque Tú
todo lo puedes.
Padre
Eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que a pesar de
todo, Jesús cobija en el seno de Su corazón lleno de piedad. Padre de
Misericordia, te ruego, por los sufrimientos que Tu hijo padeció, y por
Sus tres largas horas de agonía en la Cruz: que ellas también
glorifiquen el mar sin fondo de Tu misericordia. Amén.
NOTAS
1-
Las palabras originales de Nuestro Señor eran aquí, “paganos”. Al subir
al Pontificado el Papa Juan XXIII ordenó que se sustituyera esta
palabra en las oraciones oficiales de la Iglesia – comenzando cm la
Oración Solemne del Viernes Santo, que se reza con esta intención – con
la frase que se usa en la oración arriba mencionada. Todos los Papas
posteriores confirmaron dicho uso.
2-
Las palabras originales de Nuestro Señor eran “herejes y cismáticos”,
por ser este en lenguaje de la Iglesia en aquel tiempo. Posteriormente,
el Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo (n. 0 3) favoreció el uso de
“hermanos separados”. Los papas postconciliares han seguido la misma
pauta. La propia Sor Fascina, cuyo corazón latía al unísono en el sentir
de la Iglesia, lo habría aprobado también, sin duda.
3-
El texto hace pensar que en la oración primera, dirigida a Jesús, que
es el Redentor, se reza por las almas que se ofrecen en holocausto y por
las que dedican su vida a la contemplación; es decir, se reza por estas
personas que se entregan voluntariamente a Dios por la salvación del
prójimo véase Col. 1: 24; 2 Cor. 4: 12). Esto explica la intimidad de su
trato con el Salvador y la extraordinaria eficacia que su labor en la
sombra tiene para los otros. En la segunda oración, dirigida al Padre,
de quien procede “todo don perfecto y toda obra buena se recomienda a
las almas que propagan la devoción a la Misericordia Divina y con ella
ejercitan todas las otras obras que sirven para elevar – espiritual y
materialmente – a sus hermanos.
4-
A fin de comprender las características de las almas que se ofrecen hoy
en la novena, y que en el Diario se designan como “tibias”, pero que
también se comparan al hielo y a los cadáveres, hay que recurrir a la
definición que el Salvador mismo dio, hablando a Sur Faustina de ellas
en cierta ocasión: Son almas que impiden mis esfuerzos almas incapaces
de amar, sin devoción, almas calculadoras y egoístas, almas orgullosas y
soberbias, falsas e hipócritas, almas que a duras penas mantienen la
temperatura necesaria para ir con vida. Mi corazón no puede más con
ellas. Toda gracia que sobre ellas derrama diariamente les resbala como
agua sobre roca. No puedo sufrirlas porque no son ni buenas ni malas.
(VI, 59, 73, 74)