viernes, 15 de agosto de 2014

Nuestros jóvenes son el futuro de nuestros países. ¿Qué les estamos enseñando?


Reflexiona en la pregunta y contesta con tu corazón.
¿Les estas inculcando valores?
¿Moral?
¿Ética?
¿Compasión?
¿Justicia?
¿Temor de ofender a Dios?
¿Piedad?
¿Amor al prójimo?
No es responsabilidad de las escuelas brindar y crear seres humanos de bien y de valores. Esto tiene que venir de casa.
¿Tienes tiempo para tus hijos?
O ¿Te estas “matando” trabajando?
Cuando muramos, Dios te pedirá cuentas y te preguntará ¿Qué hiciste con los niños que te encargue cuidar? (porque sabemos que nuestros hijos, son un encargo de Dios a nosotros para sembrar hombres y mujeres de bien)
No te preguntará si les enseñaste dos o tres idiomas, tampoco te preguntará si es el mejor en fútbol, baile o karate, o si aprendió a tocar un instrumento musical. Todo eso está bien que lo sepan, pero nos olvidamos de enseñarles a tener un espíritu de bondad, no alimentamos, ni fortalecemos sus virtudes.
Yo les apuesto que la mayoría de sus hijos no saben ni porque van a misa, o que sucede en misa; solo saben que deben de ir y es una obligación. ¿Sabemos nosotros por que vamos a misa? ¿Sabemos a caso porque nos paramos, nos sentamos y en que momento hincarnos? ¿Sabemos lo inmenso que es el momento de la Consagración y el porque adorarla y no estar con la cabeza agachada?
Saco a discusión este tema porque ahora hay grupos de oración para niños y adolescentes. Algo que no teníamos en nuestros tiempos más que la escuela católica donde uno estudiaba, y no es lo mismo recibir catecismo (qué es muy importante, conocer nuestra religión) pero también hay que seguir alimentando de Dios al espíritu. Y esto es en especial con nuestros hijos que van a escuelas laicas.
¿Qué pasa después de que nuestros hijos hacen la primera comunión? Recibió su catecismo, comulgo, tuvo su fiesta y después nos olvidamos de que debe de seguir en crecimiento espiritual. A veces hasta nos olvidamos de llevarlos a misa para que reciban la Santa Eucaristía.
Debemos de aprovechar y buscar en nuestros países grupos de oración para nuestros hijos, así como deben aprender a tocar un instrumento o jugar bien fútbol, deben aprender a ser grandes seres humanos. Veamos lo que está pasando en el mundo…reflexionemos. Hemos sacado a DIOS de nuestras vidas y por eso las nuevas generaciones están creciendo sin el temor de Dios, de ofenderlo, de decepcionarlo, no saben que un mal acto tiene una mala consecuencia. Tampoco saben que un buen acto, tiene una buena consecuencia.
Vemos la corrupción de los políticos, vemos las guerras, y ESO es lo que están absorbiendo nuestros jóvenes, si no los guiamos.
El deber de padres es sembrar en nuestros hijos a Jesús en sus corazones, regarlo y obtener de ellos cosechas con grandes frutos. No perdamos de vista, ni nos descarrilemos por nuestro día a día que nos aturde y nos roba tiempo.
Este mundo debe cambiar, y debe cambiar con nuestros hijos. Seamos ejemplos de amor, de paz y justicia, seamos ejemplo de misericordia y defendamos nuestros valores; no seamos los primeros en ser arrastrados por el mundo.
¿Cuesta? Claro que si cuesta, y ¡mucho! Pero ese es nuestro deber desde el momento que nos convertimos en padres. Es una RESPONSABILIDAD ENORME y debemos de llevarla con entusiasmo. Tú hijo, puede ser la diferencia de este mundo y tú lo vas a educar con bien.
Bases y cimientos fuertes, ni un terremoto lo bota, lo puede sacudir, pero no botar y esto solo depende de Ti.
Toma el control de tus hijos, ellos están absorbiendo al mundo y su carácter se forma hasta los 7 años, luego hay que encaminarlos para que sigan sensibles de tener compasión del planeta y del ser humano.
Si tu caminas con Jesús, ellos lo harán también, sé testimonio de vida, no impongas religión.
ninas-orandoBusquemos que nuestros jóvenes y niños tengan espiritualidad y sea
CRISTOCENTRICA: Seguir al Jesús vivo entre nuestros hermanos y hermanas, especialmente en nuestras familias.
ECLESIAL: Promover amor y lealtad a la Iglesia y al Papa
MARIANA: Imitar a María en su SI total a la voluntad de Dios.
 
 
 
 

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