jueves, 15 de agosto de 2013

Oración para secar tus lágrimas


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Señor derrama el rocío de tu Espíritu en mi corazón,
me protejas a la sombra de tus alas y me des tu paz; me liberes de todo mal y me tomes de tu mano para acompañarme en mi camino, abre mis ojos, para que lo reconozca a quien está sufriendo, ensancha mi corazón para que pueda albergar el dolor ajeno, concedeme el don de la oración continua para que viva en tu presencia y en tu gracia.
 Señor seca mis lágrimas cuando la pena se apodere de mi y consuelame con tu infinita Misericordia,
calma mi ansiedad e incertidumbre cuando aparentemente no encuentre ninguna solución,
dame confianza, fortaleza y firmeza para la decisión que deba tomar.

Silencia momentáneamente mis ideas y proyectos para escuchar la voz de los que me rodean,
haz de mi corazón un lugar de encuentro para que quien se acerque a mi calme su sed,
concédeme una mirada luminosa para que te descubra en mi y a mi alrededor.

Señor asiste, proteje y cuida en todo momento a mis seres queridos, cura la dolencia y enfermedad de las personas a quienes amo y les envíes tu poderosa sanación, escucha mi plegaria y mi clamor para que mi preocupación atraviese las nubes y toque tiernamente tu amoroso corazón, y así me respondas en lo que hoy te pido, quita de mi ser las dudas, los miedos y todo aquello que me impide avanzar en el misterio de la fe, sorpréndeme con tu Palabra para que a través de tu Sabiduría pueda hallar lo que busco.

Señor está siempre a mi lado, sonríeme, dame tu amor, sosténme, dame fortalezca, recompensa mis actos de caridad y generosidad y a la mano que pueda atender, y susurrame al oído de que “todo es posible”.

Amén

miércoles, 14 de agosto de 2013

Donde está tu tesoro, allí está tu corazón

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Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.
Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”.


El evangelio del domingo pasado me conmovió mucho.
Es algo que cualquier Cristiano ya ha escuchado antes, pero como se nos olvida re ordenar nuestras prioridades.

Me encantó escuchar la homilía cuando el padre nos dirige a atesorar lo que vale y no lo material. Lo sabemos, pero no lo aplicamos. ¿Por qué nos cuesta tanto? Es simple, sencillo y lo más remunerable en todo sentido; pero luchamos más por lo material, lo que no nos edifica como seres humanos, lo que nos saca lo más bajo del instinto humano.

Saber que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo es y debe de ser siempre nuestro centro de vida y lo demás girar alrededor de ellos. Cuando uno pone a Dios en el centro de nuestra vida, TODO es más fácil, aún los momentos más difíciles porque la carga la lleva Él y te guía (es un sufrimiento compartido) y no hay nada más lindo que alguien te acompañe siempre en tus penas (alguien que te entenderá SIEMPRE y no te abandonará nunca si tu no lo alejas de tu vida).

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A partir de esto, tu tesoro debe de ser el objetivo de tu vida porque allí estará siempre tu corazón y si lo descarrilas a lo material; tu vida comienza a decaer, en todo sentido pues te desenfocas y te confundes en el camino a seguir. Tu corazón manipula tus sentimientos, la avaricia y demás pecados capitales llenan tu corazón de basura que después no le permite ofrecer espacio a lo que de verdad vale la pena: tu familia, salud, caridad, amor, el prójimo, trabajo, amigos, naturaleza, etc.
Hay muchos tesoros bellos en el mundo con los que uno puede enfocar la vista y tratar de obtener, pues éste es el tipo de tesoro que te podrás llevar al cielo y dejar un valor importante a tus seres queridos.

EL tesoro material, lo pierdes o te lo roban y lo puedes volver hacer cuantas veces quieras (depende de tu actitud), pero jamás te lo llevaras al cielo, jamás dirá que fuiste una buena persona si no lo compartiste, si por hacer ese tesoro te olvidaste de lo más importante: amar, tiempo para amar a tus seres queridos y a tu prójimo.

Así como lo entendí yo, lo comparto. Me parece un excelente recordatorio para todos nosotros y preguntarnos ¿Dónde está mi tesoro?, ¿Dónde está mi corazón?